24 oct 2008

TRABAJO NOCTURNO

Tenía que cumplir su rutina de todas las noches: esperar el ómnibus que lo llevaba a su trabajo, como guardián nocturno. Allí lo estaba esperando, el paradero solitario y escasamente iluminado.
Parecía una noche más. Solamente la luna llena, como un buen augurio, brillaba en lo alto semejando una farola gigante sobre la ciudad de Iquitos.
No esperó mucho. El grito del cobrador de un ómnibus: “¡Belén! ¡Plaza 28! ¡Freyre!”, le indicó que era la movilidad que esperaba.
Cuando subió al vehículo, se acomodó en su asiento y se concentró en sus pensamientos, que eran las preocupaciones de cualquier hombre con compromisos familiares.
En una esquina, subió una hermosa joven, casi una niña (no tendría más de quince años), vestida con una blusa “top” y un pantalón a la cadera, que dejaba ver una parte muy interesante de su anatomía, en la que llevaba tatuada una rosa roja. Esta bella visión alejó sus preocupaciones, más aún, cuando ella se sentó a su lado con una coqueta sonrisa, y como buscando conversación le preguntó la hora:
- ¿Señor qué hora tiene?
Era una voz insinuante, provocativa.
- Son las diez y media – le respondió y enseguida audazmente le preguntó - ¿A dónde vas tan solita a esta hora?
- A trabajar
- ¿A trabajar a esta hora?
Ella le respondió con otra pregunta:
- ¿Es usted casado?
- No, soy soltero – le respondió mintiéndole, como casi todos los hombres cuando presienten una aventura.
- ¿Entonces podemos salir juntos? – preguntó ella.
- No puedo voy a trabajar.
- Pero puedes faltar – volvió a la carga la joven pasajera.
El hombre pensó que aquella niña-mujer era bella, demasiado bella, que le hizo dudar de sus responsabilidades ¿Y si falto a mi trabajo?...... “puedo decir que estuve enfermo”
Ella como adivinando sus dudas, le dijo:
- Podemos ir a una discoteca, después a un hotel.
La tentación era demasiado grande. Pero también le vinieron los escrúpulos.
“Es casi una niña, puede ser mi hija”
- Ya pues amiguito decídete, ya me voy a bajar en la otra esquina.
Las dudas empezaron de nuevo
“Pero nunca he faltado a mi trabajo”, “Es casi una niña”...
En ese instante se escuchó la voz del cobrador que decía: ¡Los que bajan plaza veintiocho! ¡Pasaje en la mano!
La niña-mujer, se levantó de su asiento, y antes de bajarse del ómnibus se volvió a mirarlo y le regaló otra coqueta sonrisa.
Venciendo sus escrúpulos intentó seguirle, pero recordó, al revisar sus bolsillos, que solamente tenía cincuenta céntimos para su pasaje de regreso; entonces cínicamente murmuró “Hay demasiada prostitución en Iquitos”.

Ella se perdió en la noche, con su rosa roja tatuada en su joven cuerpo, entre noctámbulos, vendedores de cigarrillos y prostitutas.

2 comentarios:

MUSMUKEANDO - FRANZ MAX dijo...

BIEN NARRADO!!
SERA TU CASO? JAJAJA

SALUDOS

Edgardo dijo...

Puede ser. Entre gitanos no podemos sacarnos la suerte